A veces los niños enseñan grandes lecciones que sólo ellos, con su inocencia son capaces de asimilar...
Esta tarde me dice mi hijo de casi 4 años:
- ¿mamá, dónde va la gente cuando se muere?
+ A ninguna parte, dejan de estar, de oír, de ver...
- ¿Entonces no se puede hablar con ellos? ¿Ni jugar?
+ No, bueno, puedes hablarles, pero no pueden oírte ni contestarte.
(silencio largo, en el coche)
- Mami, ¿entonces por qué la gente se pelea y se pasa tiempo sin hablar?
+ No so sé, cariño, supongo que es difícil ver a quien te ha hecho algo malo.
- ¿Y no es más malo dejar de verles, de oírles, de poder jugar, hablar?
+ En mi opinión sí, pero no es tan fácil.
- Mamá ¿Y lo difícil no es hablar con los muertos? ¿por qué no aprovechan que están vivos para jugar y hablar? Cuando estén muertos no podrán hacerlo nunca más.
Tengo un niño tremendamente curioso, y tremendamente dulce. Todos podemos ser así de inocentes, de simples y ver que, con el tiempo perderemos a todo el mundo y no vale la pena perderlos voluntariamente por una estupidez.
(Estoy muy, pero que muy orgullosa de haber criado un serecillo tan dulce como este, le empalague a quien le empalague. Gracias a toda esa gente buena de la que ha tenido la suerte de rodearse casual o intencionadamente, a los que no han querido estar, que también le han enseñado lecciones muy valiosas.)
Esta tarde me dice mi hijo de casi 4 años:
- ¿mamá, dónde va la gente cuando se muere?
+ A ninguna parte, dejan de estar, de oír, de ver...
- ¿Entonces no se puede hablar con ellos? ¿Ni jugar?
+ No, bueno, puedes hablarles, pero no pueden oírte ni contestarte.
(silencio largo, en el coche)
- Mami, ¿entonces por qué la gente se pelea y se pasa tiempo sin hablar?
+ No so sé, cariño, supongo que es difícil ver a quien te ha hecho algo malo.
- ¿Y no es más malo dejar de verles, de oírles, de poder jugar, hablar?
+ En mi opinión sí, pero no es tan fácil.
- Mamá ¿Y lo difícil no es hablar con los muertos? ¿por qué no aprovechan que están vivos para jugar y hablar? Cuando estén muertos no podrán hacerlo nunca más.
Tengo un niño tremendamente curioso, y tremendamente dulce. Todos podemos ser así de inocentes, de simples y ver que, con el tiempo perderemos a todo el mundo y no vale la pena perderlos voluntariamente por una estupidez.
(Estoy muy, pero que muy orgullosa de haber criado un serecillo tan dulce como este, le empalague a quien le empalague. Gracias a toda esa gente buena de la que ha tenido la suerte de rodearse casual o intencionadamente, a los que no han querido estar, que también le han enseñado lecciones muy valiosas.)
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